jueves, octubre 25, 2007


...DESANGRÁNDOME...


Esta espina en mi costado
Creció del árbol que planté
Este vacío en mi pecho
Me recuerda que el dolor
Como el morir, es vivir


Soy tan indeciso
Que doy por hecho
Los lugares donde no he ido
Y aún no puedo creer
Que esa sangre en el piso
Sea mía al fin


La espina en mi costado
Se alimenta de ustedes
No la puedo sacar
Tiene raíces en sus palabras
Plantadas aquella media noche

lunes, octubre 15, 2007

E X T R A V Í O




-Así... házmelo así. Dame más...



Horus despertó, el corazón acelerado, la frente llena de sudor, el hombro derecho adolorido. Esas palabras lo despertaron. Seguía escuchándolas en una especie de eco interior. Esa voz. Esa voz que se distorsionaba entre la urgencia y la suplica.
Como en una cascada de reminiscencias, llegaron a El los recuerdos de una piel recién lavada, un aroma indefinible, unos labios fríos y otros tibios pero ambos perdurablemente húmedos, la mirada tímida que huía de la suya, escaleras a media luz.



-Si, carajo una puerta. ¡Una puerta!



Exclamo Horus para si, ya que como desde hacia meses, solo su presencia habitaba en aquel departamento del tercer piso. Y como si la imagen de esa puerta abriera la posibilidad a otras evocaciones, comenzó a acariciar con el dedo pulgar las yemas de sus dedos índice y medio. Cerró los ojos. Ahí estaba esa voz de nuevo, y con ella: la oscuridad de una habitación lejana, cuerpos despojándose de vestimentas y tabúes, abrazos que llegaban hasta el alma que una vez creyó tener, pechos que despertaban entre sus dientes, una lengua que lo despertaba a El, la humedad en el sexo, el sudor del deseo, la pasión, dedos hundiéndose, piernas flexibles abiertas en toda su extensión, una espalda blanca arqueándose ante sus caricias reinventadas; instintos desatados que ofrecían la cadera adornada con el pelo negro/largo cayendo sobre esta; penetración intensa, profunda, interminable; movimientos, sonidos, gemidos hasta desfallecer sobre el dorso de Ella.



-¿Dónde esta? ¿Dónde?



Gritando estas palabras Horus se levanto de un salto, y plegando el entrecejo, comenzó a buscar frenéticamente en la mesa donde tenía esparcidos los silencios retóricos, las omisiones perfumadas, el café negro y frió de las mañanas, los reencuentros importantes, las mentiras artísticas, los destinos indeterminados, las gotas de veneno y supervivencia. Sin ningún tipo de cuidado daban contra el piso: los simulacros para regocijarse, las razones para no preguntar, los libros de vida inconclusos, las visiones de cristal multicolores, los deseos apagados, todos, todos caían, como héroes anónimos de su desesperada búsqueda. Pero no estaba ahí.



Entonces, casi con esquizofrenia, revolvió el cajón donde guardaba: aquellas cuerdas intimas, cercanas, sonoras; los miedos al anonimato, al olvido, a la muerte de quienes ama; las navidades en distintos sabores, la mirada colmada que captura colores y rehúsa sentir, los huecos existenciales, las coincidencias urbanas temporales; la poesía que sin rimas que una noche engendro, los viajes subterráneos con sus luces neon. Nada, tampoco ahí estaba.




-En la caja...- pensó.



Y como si una luz hubiese iluminado su mente, se dirigió a la esquina de la habitación donde reposaba aquella caja que no había tocado en años. Con la mirada fija del niño de la cubeta, examino dándole vueltas, su contenido: una frustración arrugada y roída, los cabos sueltos y laberínticos, las sonrisas pendientes, los anhelos agotados, los sueños en claroscuro, los naufragios bilingües en papel, las melodías sin bailar y las que no le cantaron al oído, las identidades desgastadas, los cientos de interruptores para la existencia...



El sonido de la alarma le aviso que era momento de ir trabajar. Horus, se vistió rápidamente, peino su cabello recién cortado y salió presuroso a abordar el autobús.



No lo encontró. Cientos de minutos escudriñando para dar con el nombre de aquella mujer que lo despertó con un susurro y no dio con el.


Sabía que era un nombre corto, pero ahora le parecía un signo infinito...





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No. 100




Al fin llegó. Quiero dar las gracias a todos Ustedes por leerme y por participar tan animadamente -aún a los que criticaron la idea. Desde la publicación de la convocatoria hasta ahora el blog recibió más de mil visitas. Pero la idea, al menos en mi cabeza, nunca fue crear más tráfico; más bien era dar una excusa para que la gente ejercitara su creatividad, para devolver un poco de lo que me dan y para reflexionar sobre el valor de poner atención a los que nos rodean. Aún si no los conocemos personalmente.




Y es que muchos de sus textos utilizaron elementos de lo que conocen sobre Horus (el personaje), y de lo que quizás se imaginan de la persona detrás de Horus. Pero me parece que, en realidad, algunos tomaron a Horus como excusa para reflejarse a sí mismos –de eso Ustedes tendrán una mejor opinión.




Las respuestas a la primera fase eran las siguientes:

1- Tengo 37 años. Lo dije aquí.
2- Vivo en el DF. Lo digo en el texto de la mujer de la blusa roja y una de las fotos lo indica con más exactitud. La ganadora hasta acierta al decir que vivo en un tercer piso.
3- Hay una lista de las cosas que me gustan aquí…
4- …y una de las que detesto aquí.
5- Las letras “oeec” son una referencia a mi otro blog: Ojo En El Cielo.
6- La única entrada sin etiqueta (y de hecho si título) es la de la foto de los tres pesos.
7- Por lo anterior es lógico que es falso que todas las entradas de mi blog tengan la etiqueta “PERSONAE”
8- El post donde pregunto cómo les gustaría estar adornados si fueran árbol de navidad tiene el récord de 85 comentarios… la mayoría de dos personas que no tenían otra cosa qué hacer esa tarde, ja!
9- Aquella ocasión que me hicieron una serie de preguntas le respondí a Ixchel que tengo una docena de corbatas.
10- Quizás se presta a controversia, pero yo considero que Mayo fue el mes que menos he posteado puesto que no subí nada.
11- De acuerdo al contador de visitas que está allá abajo, un buen número de personas llega a mi blog buscando la palabra “caminar”.
12- El primer post en este blog lo publiqué el Viernes 8 de Diciembre del 2006.


Solo una persona tuvo todas las respuestas correctas -y hasta con los puntos extra; eso sumado a las cualidades del cuento nos da que Virgen resulta ser la ganadora. Ya veremos cómo hacer para entregarle el premio. En los siguientes posts irán apareciendo las demás participaciones.

Una vez más, muchas gracias.




miércoles, octubre 10, 2007


MORRISEY CANTA “EVERYDAY IS LIKE SUNDAY”
EN LA ESTACIÓN DEL METRO ‘REVOLUCIÓN’




Eco. Una y otra vez el eco.

“Ninguna…”

No has comido nada desde anoche pero quieres volver el estómago. El seco olor del vagón te da asco. ¿Por qué tarda tanto el tren en llegar a la siguiente estación? Te tallas el ojo derecho con un par de dedos y no sabes si el dolor ya tiene rato punzando ahí detrás o si es que apenas lo estás notando. Entre el calambre en el estómago, la nausea y la sensación de ahogo es difícil responderte.

-¿Mami…? Mira mami, el señor está llorando…

La niña debe ha de tener unos tres años. Si acaso cuatro. Te observa atentamente mientras aprieta una muñeca contra su pecho. Trae puesto un pants rosa que hace un mal trabajo protegiéndola del frío. Su mamá la acomoda sobre sus piernas pero no voltea a verte. Cierto. Estás llorando. Y aunque el vagón viene medio vacío tú eres el único de pie. Escondes la cara volteándote hacia la puerta y no reconoces tu reflejo. ¿Quién es ese con los ojos enrojecidos y la camisa ligeramente desfajada?

Tu mirada y la de la niña rosa se encuentran una vez más. Te sonríe.

Al fin se abren las puertas. Corres hacia las escaleras más cercanas y en unos segundos ya estás en la calle. No devuelves nada. Pero al menos ahí no hay nadie que te vea llorar sin esconderte.

“Ninguna…”

La voz con eco insiste. Ese eco tan particular que no disminuye sino que aumenta y que brinca de un oído a otro.

“Ninguna mujer en sus cabales te aceptaría con todos esos pendientes que traes”.

Así de simple. Te lo dijo a la cara y sin desviar la mirada. ¿Y qué fue lo que tú hiciste? Mandarle a Rod Stewart. No está en tu naturaleza ser rencoroso.

“This is where our story ends. Never lovers, ever friends”.

En serio. Hasta se la tradujiste.

“I wish you blue birds in the spring… but more than this I wish you love.”

Algunas personas sí se lo merecen.

“Ninguna mujer…”

“And in July…”

“Ninguna.”

Pasan de las diez. ¿A qué apurarte para llegar a casa? En el edificio de departamentos nadie te está esperado. Ya no, al menos. Siempre que llegas todas las luces están apagadas. Y, en caso de que el televisor proyecte algo de luz sobre las cortinas, la puerta está bien cerrada.

Desde hace algunos años has tratado de seguir el consejo de Robert de Niro en esa película, “Casino”.

“When you love someone, you've gotta trust them. There's no other way.
You've got to give them the key to everything that's yours.
Otherwise, what's the point?”

Bueno. Tú entregaste la llave. Pero la que te dieron ya te la han pedido de vuelta. No supiste corresponder. Y no puedes culpar a nadie. Después de todo también se levantan temprano, a prepararse para hacer cosas importantes, a vivir su vida. Tú debieras vivir la tuya. Observando sin ser observado.

Sin embargo has puesto atención a cómo se comporta la gente cuando van a los museos o a los zoológicos. Una vez que entran es como si ya se quisieran ir. Será que pierden la noción sobre de qué lado de la reja están y los animales se convierten en los visitantes. En todo caso el animal has de ser tú. Un maldito animal que clama porque lo visiten en su propia jaula.

Estás cansado. Has pedido auxilio de tantas maneras.

¡Qué ganas de tomar el celular y llamarle! Pero lo dijo muy claro. Esa conversación era la última vez que te ayudaba. No habría más. Y la verdad es que ella siempre fue honesta contigo: era pésima para consolar. Así que aunque le llamaras, aunque te escuchara, aunque le dijeras lo que quemaban esas lágrimas en tus ojos ¿qué podría hacer? Nada.

El eco de su voz no acaba, mezclando frases. Ella sabía. Ella te conocía.

“Ninguna mujer en sus cabales te aceptaría con todos esos pendientes que traes.”

“Tu no vives. Sobrevives.”

“Ninguna…”

“Sólo sobrevives.”

Bueno. Ya es hora de que dejes de sobrevivir. Y de que dejes el patético intento de vivir. Nunca lo vas a lograr. Ni aunque escribas el equivalente de una enciclopedia. Eso es un hecho. Has dejado pasar demasiado tiempo, esperando una oportunidad para componer las cosas. Pero al final del día siempre encuentras una razón para no sentirte bien.

Te has dicho tantas veces la misma mentira que ya no la distingues de la verdad. “Tú te bastas sólo. No necesitas nada de lo que te hace falta”. Eso trató de enseñarte ella ¿no? A que debes bastarte por ti mismo. Pensándolo bien quizás solo te estaba preparando para cuando tuvieras que vivir sin ella. ¿O sólo fue una mentira más?

Si tan solo esa burbuja detrás del ojo se reventara de una vez…

Las drogas son una opción. No sabes si buena o mala ni te importan las etiquetas pero es una opción a considerar al fin y al cabo. Lo piensas un poco más y decides que no. No conducen a una muerte lo suficientemente rápida. Pero si alargan el sufrimiento. Ese es un argumento a favor. Al fin y al cabo mereces un castigo. (***) ¿Una pistola? En esta ciudad deben sobrar lugares donde conseguirla. Pero cuestan dinero. Y hay que exponerse, mostrar la cara. (***) Ni hablar de una navaja. (***) ¡Pero si estás afuera de una estación del metro! ¿Cuántos no han encontrado la solución debajo de él? Te decides al fin.

--En unos minutos mi corazón no será lo único que esté hecho pedazos.

Vuelves a entrar y hasta le sonríes a la mujer al comprar el boleto. Ni te ve; está ocupada hablando por teléfono. El andén esta prácticamente desierto en ambos lados. ¿Qué estación es? Volteas a leer la lista de estaciones. Algún chistoso completó la frase y ahora dice “Usted no está aquí”. Revolución.

Lástima que vayas a afectar a algunos cuantos cientos de usuarios. ¿Cuánto demorarán en quitar tus restos de las vías? En todo caso no serán tantos como si lo hicieras en hora pico.

“Trudging slowly over wet sand…”

Acaban de poner música. ¿Es Morrisey?

“Everyday is like Sunday”.

Si. ¿Quién programa música de Morrisey en el metro?

“Hide on the promenade…”

Buenos gustos. Tu pie derecho sigue el ritmo.

“How I dearly wish I was not here”.

Totalmente de acuerdo.

“Everyday is like Sunday… share some greased tea with me”.

El aire desplazado por el tren a punto de llegar vuela tu saco. Te acercas más a la orilla. El tren no se detiene. ¿Dolerá?

“Ninguna mujer en sus cabales…”

“Tu no vives. Sobrevives.”

“Ninguna mujer…”

“Sólo sobrevives.”

“Ninguna…”

Entonces recuerdas que hay una diferencia entre decir “every day” y “everyday”.









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Post 99, con los ojos cerrados
pero deseando que el exorcismo funcione...


domingo, octubre 07, 2007

Octubre 7, 2007...





...Nueve años











...recordatorio de mi propia caducidad.



Soy ateo. Pero algo debo de tener de supersticioso. O será que ese maldito doctor y su maldita sentencia me calaron hondo. Ya sólo un año más.

No, no me lo crean. Nada de supersticiones. Así como pongo atención a otras cosas, tambièn le pongo atenciòn mi cuerpo. Y algo anda mal. Pero en fin. Ya me di cuenta de que el amor no se encuentra en internet, ni en un hotel del viaducto, ni en el vecino país del norte.




(Total. Seguiré pateando latas en las calle…
y leyendo epitafios adelantados.
¿Quién más tiene esa oportunidad?)




Por eso me obsesiona tanto poner atención a mi alrededor.

Así es como se da uno cuenta de que el hijo de Anilú se rompió un brazo hace unos días. O que su hermana vino a ver a los Héroes del Silencio al DF aunque ande medio en banca rota. O que Yayo de repente se siente ñoño al extrañar ciertos blogs. O que Mariposa se fue a tomar fotos a Tletelolco. O que a Maquiavélica le choca que le pregunten que cuando se casa.

Así se entera uno de que la vecina va en su segunda semana de dieta y ya se le nota. O que a la otra vecina se le fundieron los fusibles cuando ‘alguien’ prendió la bomba a las dos de la madrugada. O que la señora de la calle de enfrente no ha salido a vender dulces ni antier ni ayer. Etc. etc. etc.

Aunque a veces se le pasa a uno comprar pasta de dientes por todo lo contrario.

Y a veces uno solo desea un poco de reciprocidad.














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Post 97, oct. 7, 2007... más coincidencias, verdad?






martes, octubre 02, 2007



DAMN ME…




Why do I feel like somebody took the chair I was sitting on? Why do I feel dizzy? Why the sudden pain in my stomach?


Why am I...? Why do I...?
Why...?
Why can't I...? Why can't they...?
Why not...?
Why bother...?
Why...?
Why...?


Damn myself! I am what I am.




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Post 92, realizing that's a lot of 'why's...


lunes, octubre 01, 2007






. . . está . . .





. . . no está . . .




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Post 89