E X T R A V Í O
-Así... házmelo así. Dame más...
Horus despertó, el corazón acelerado, la frente llena de sudor, el hombro derecho adolorido. Esas palabras lo despertaron. Seguía escuchándolas en una especie de eco interior. Esa voz. Esa voz que se distorsionaba entre la urgencia y la suplica.
Como en una cascada de reminiscencias, llegaron a El los recuerdos de una piel recién lavada, un aroma indefinible, unos labios fríos y otros tibios pero ambos perdurablemente húmedos, la mirada tímida que huía de la suya, escaleras a media luz.
-Si, carajo una puerta. ¡Una puerta!
Exclamo Horus para si, ya que como desde hacia meses, solo su presencia habitaba en aquel departamento del tercer piso. Y como si la imagen de esa puerta abriera la posibilidad a otras evocaciones, comenzó a acariciar con el dedo pulgar las yemas de sus dedos índice y medio. Cerró los ojos. Ahí estaba esa voz de nuevo, y con ella: la oscuridad de una habitación lejana, cuerpos despojándose de vestimentas y tabúes, abrazos que llegaban hasta el alma que una vez creyó tener, pechos que despertaban entre sus dientes, una lengua que lo despertaba a El, la humedad en el sexo, el sudor del deseo, la pasión, dedos hundiéndose, piernas flexibles abiertas en toda su extensión, una espalda blanca arqueándose ante sus caricias reinventadas; instintos desatados que ofrecían la cadera adornada con el pelo negro/largo cayendo sobre esta; penetración intensa, profunda, interminable; movimientos, sonidos, gemidos hasta desfallecer sobre el dorso de Ella.
-¿Dónde esta? ¿Dónde?
Gritando estas palabras Horus se levanto de un salto, y plegando el entrecejo, comenzó a buscar frenéticamente en la mesa donde tenía esparcidos los silencios retóricos, las omisiones perfumadas, el café negro y frió de las mañanas, los reencuentros importantes, las mentiras artísticas, los destinos indeterminados, las gotas de veneno y supervivencia. Sin ningún tipo de cuidado daban contra el piso: los simulacros para regocijarse, las razones para no preguntar, los libros de vida inconclusos, las visiones de cristal multicolores, los deseos apagados, todos, todos caían, como héroes anónimos de su desesperada búsqueda. Pero no estaba ahí.
Entonces, casi con esquizofrenia, revolvió el cajón donde guardaba: aquellas cuerdas intimas, cercanas, sonoras; los miedos al anonimato, al olvido, a la muerte de quienes ama; las navidades en distintos sabores, la mirada colmada que captura colores y rehúsa sentir, los huecos existenciales, las coincidencias urbanas temporales; la poesía que sin rimas que una noche engendro, los viajes subterráneos con sus luces neon. Nada, tampoco ahí estaba.
-En la caja...- pensó.
Y como si una luz hubiese iluminado su mente, se dirigió a la esquina de la habitación donde reposaba aquella caja que no había tocado en años. Con la mirada fija del niño de la cubeta, examino dándole vueltas, su contenido: una frustración arrugada y roída, los cabos sueltos y laberínticos, las sonrisas pendientes, los anhelos agotados, los sueños en claroscuro, los naufragios bilingües en papel, las melodías sin bailar y las que no le cantaron al oído, las identidades desgastadas, los cientos de interruptores para la existencia...
El sonido de la alarma le aviso que era momento de ir trabajar. Horus, se vistió rápidamente, peino su cabello recién cortado y salió presuroso a abordar el autobús.
No lo encontró. Cientos de minutos escudriñando para dar con el nombre de aquella mujer que lo despertó con un susurro y no dio con el.
Sabía que era un nombre corto, pero ahora le parecía un signo infinito...
****************************
No. 100
Al fin llegó. Quiero dar las gracias a todos Ustedes por leerme y por participar tan animadamente -aún a los que criticaron la idea. Desde la publicación de la convocatoria hasta ahora el blog recibió más de mil visitas. Pero la idea, al menos en mi cabeza, nunca fue crear más tráfico; más bien era dar una excusa para que la gente ejercitara su creatividad, para devolver un poco de lo que me dan y para reflexionar sobre el valor de poner atención a los que nos rodean. Aún si no los conocemos personalmente.
Y es que muchos de sus textos utilizaron elementos de lo que conocen sobre Horus (el personaje), y de lo que quizás se imaginan de la persona detrás de Horus. Pero me parece que, en realidad, algunos tomaron a Horus como excusa para reflejarse a sí mismos –de eso Ustedes tendrán una mejor opinión.
Las respuestas a la primera fase eran las siguientes:
1- Tengo 37 años. Lo dije aquí.
2- Vivo en el DF. Lo digo en el texto de la mujer de la blusa roja y una de las fotos lo indica con más exactitud. La ganadora hasta acierta al decir que vivo en un tercer piso.
3- Hay una lista de las cosas que me gustan aquí…
4- …y una de las que detesto aquí.
5- Las letras “oeec” son una referencia a mi otro blog: Ojo En El Cielo.
6- La única entrada sin etiqueta (y de hecho si título) es la de la foto de los tres pesos.
7- Por lo anterior es lógico que es falso que todas las entradas de mi blog tengan la etiqueta “PERSONAE”
8- El post donde pregunto cómo les gustaría estar adornados si fueran árbol de navidad tiene el récord de 85 comentarios… la mayoría de dos personas que no tenían otra cosa qué hacer esa tarde, ja!
9- Aquella ocasión que me hicieron una serie de preguntas le respondí a Ixchel que tengo una docena de corbatas.
10- Quizás se presta a controversia, pero yo considero que Mayo fue el mes que menos he posteado puesto que no subí nada.
11- De acuerdo al contador de visitas que está allá abajo, un buen número de personas llega a mi blog buscando la palabra “caminar”.
12- El primer post en este blog lo publiqué el Viernes 8 de Diciembre del 2006.
Solo una persona tuvo todas las respuestas correctas -y hasta con los puntos extra; eso sumado a las cualidades del cuento nos da que Virgen resulta ser la ganadora. Ya veremos cómo hacer para entregarle el premio. En los siguientes posts irán apareciendo las demás participaciones.
Una vez más, muchas gracias.